Como comenté en la anterior entrada sobre mi reciente viaje a Cuba, dediqué bastante tiempo a conversar con las personas. Fruto de esas conversaciones nacen amistades que aunque casuales y breves, no dejan de ser intensas. Este es el caso de Wigberto Recio, un amigo que dejé allí y del que no voy a escribir nada porque prefiero contarlo en formato multimedia. Aquí os dejo la historia.
Pues yo creo que en este caso la imagen no vale lo que valen las palabras (que sí que valen pero tú ya me entiendes) y la historia de ese hombre te la quedas tú no sé si por egoísmo o por vagancia. 😛
Aún así, tremendo. 🙂
Carlos, llevas razón. Esta historia de este buen hombre daba más de si, pero (y no es por justificarme) fue todo muy espontáneo y tuve que improvisar. He intentando mostrar solo una aproximación. Con un poco de anticipación creo que le hubieran sacado más partido y/o lo hubiera planteado de otra manera. Hay datos sobre él que no he puesto para que fuera todo más sencillo. El lunes o martes lo hablamos en el coche. Gracias por tu «tremendez» 😉